"Compartir una vida"
“Compartir una Vida” por María Baylac
“Compartir una vida”, tan solo dos palabras que encierran tantos momentos de la vida de Rubén. Al querer ponerle nombre a su cuadro me pareció que tan solo sintetizarlo lo ampliaba. Su cuadro habla de su vida, de momentos especiales que sus hijas quisieron plasmar para el.
Su niñez transcurrió en el barrio jugando a la pelota, con bicicletas y la inocencia de un amanecer. Su adolescencia se repartió en su trabajo de noche y en su estudio de medicina que su madre tanto le remarcaba que por eso se la ve a lo lejos. Las sierras de Córdoba están presentes, pero principalmente se vislumbran los ojos soñadores de un joven que cumpliría sus sueños.
Luego conocerá a Nélida, su amor, su compañera en esta vida y a partir de allí un camino comienzan en donde no solo su gusto por el teatro y la lectura comparten sino el amor de una madre, Felipa. Viajar es el gran placer de Rubén, un placer por descubrir misterios escondidos, ancestrales, mirar el mundo desde otras civilizaciones desde otras visiones que de alguna forma lograron ampliar su propia visión del lugar que ocupaba en este mundo. Viajar fue el gran regalo que ha compartido con su familia, con sus tres hijas.
No podía dejar de pintar un recuadro solamente de su gran pasión, el fútbol. Una pasión que tiene nombre: Racing, y que comparte con su hermano. El cual no solo disfruta mirando los partidos o yendo a la cancha sino que transpira la camiseta jugando con amigos los fines de semana.
El final es incierto, y por ello la presencia de un reloj de arena que habla del tiempo que vendrá. Un tiempo donde los nietos plagaran sus días escuchando relatos, viajes, aventuras de un hombre que solo ha querido disfrutar. De alguna forma la vida de Rubén se sintetiza en compartir lo que ha sabido conseguir en esta VIDA.
“Compartir una vida”, tan solo dos palabras que encierran tantos momentos de la vida de Rubén. Al querer ponerle nombre a su cuadro me pareció que tan solo sintetizarlo lo ampliaba. Su cuadro habla de su vida, de momentos especiales que sus hijas quisieron plasmar para el.
Su niñez transcurrió en el barrio jugando a la pelota, con bicicletas y la inocencia de un amanecer. Su adolescencia se repartió en su trabajo de noche y en su estudio de medicina que su madre tanto le remarcaba que por eso se la ve a lo lejos. Las sierras de Córdoba están presentes, pero principalmente se vislumbran los ojos soñadores de un joven que cumpliría sus sueños.
Luego conocerá a Nélida, su amor, su compañera en esta vida y a partir de allí un camino comienzan en donde no solo su gusto por el teatro y la lectura comparten sino el amor de una madre, Felipa. Viajar es el gran placer de Rubén, un placer por descubrir misterios escondidos, ancestrales, mirar el mundo desde otras civilizaciones desde otras visiones que de alguna forma lograron ampliar su propia visión del lugar que ocupaba en este mundo. Viajar fue el gran regalo que ha compartido con su familia, con sus tres hijas.
No podía dejar de pintar un recuadro solamente de su gran pasión, el fútbol. Una pasión que tiene nombre: Racing, y que comparte con su hermano. El cual no solo disfruta mirando los partidos o yendo a la cancha sino que transpira la camiseta jugando con amigos los fines de semana.
El final es incierto, y por ello la presencia de un reloj de arena que habla del tiempo que vendrá. Un tiempo donde los nietos plagaran sus días escuchando relatos, viajes, aventuras de un hombre que solo ha querido disfrutar. De alguna forma la vida de Rubén se sintetiza en compartir lo que ha sabido conseguir en esta VIDA.
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