El muro de los Deseos
Yo deseo un amor a la altura de mi corazón espiritual
Mis deseos hoy llegaron al muro de los lamentos en Israel. Mi energía hoy viajo hasta allí, es cuestión de tiempo de que mi cuerpo llegue ahí. Todo siempre empieza dentro. Para mí es un muro de la felicidad o de los recuerdos porque alberga sentimientos de todos nosotros, y cualquiera puede dejar su deseo. Gracias Romina Oppel por ayudarme a llegar. Y mientras mis deseos en forma de papelitos viajan mi alegría se multiplica para festejar esta noche.
Creamos lo que deseamos. Si empezáramos a ver la realidad como una invitación al juego en la vida podríamos amarla tal cual es. Las salidas siempre están pero no las vemos porque no las queremos ver y a veces simplemente es tan simple como compartir un deseo con un otro. A mí me enseñaron que había que guardar los secretos para que se cumplan, últimamente cuanto más los compartos suceden y ahí encuentro la magia.
Soy artista como cualquiera de ustedes si quieren hacerse cargo de moldear la realidad, de transformarla. Ser artista es ser alquimista y ahí reside su maravilla. Empecemos a ver más allá de lo que parece, todo es una oportunidad para aprender o simplemente jugar un rato en los zapatos de un otro.
Soy artista como cualquiera de ustedes si quieren hacerse cargo de moldear la realidad, de transformarla. Ser artista es ser alquimista y ahí reside su maravilla. Empecemos a ver más allá de lo que parece, todo es una oportunidad para aprender o simplemente jugar un rato en los zapatos de un otro.
“Siglo XIX, ¿En que se ocuparía un alquimista genial? ¿Qué pasaría con Cristóbal Colón hoy, cuando las rutas marinas son atendidas por cientos de empresas de transportes? ¿Qué escribiría Shakespeare en una época en la que el teatro aún no existe o ha dejado de existir?
Cuando el hombre tiene talento para una actividad a la que ya le han sonado las campanadas de medianoche, ¿Qué ocurre con su talento? ¿Se transforma?¿Se adapta?¿Se convierte Cristóbal Colon en director de una empresa de viajes?¿Escribirá Shakespeare libretos para Hollywood?¿Producirá Picasso series de dibujos animados?¿O todos estos grandes talentos se harán de un lado, se irán, por así decirlo, al convento de la historia llenos de cósmica desilusión por haber nacido fuera de tiempo, fuera de la época que es la suya, al margen del cuadrante para cuyo tiempo fueron creados?¿Abandonaran su impuntual talento tal como Rimbaud abandonó a los diecinueve años la poesía? ¿Llevaba dentro de sí el personaje de mi novela las posibilidades no realizadas de un gran pintor? ¿O no tenía talento alguno? ¿Dejó la pintura por escasez de fuerzas, o precisamente al contrario, por la fuerza de su clarividencia, que entrevió la vanidad de la pintura? (…) Si el personaje de la novela se sentía cada vez más atraído por las finanzas y la bolsa eras quizás entre otras cosas porque esta actividad le parecía lo contrario a sus sueños acerca de una carrera artística.
A partir del momento en que el sentimiento se considera un valor, todo el mundo quiere sentir, y como a todos nos gusta jactarnos de nuestros valores, tenemos tendencia a mostrar nuestros sentimientos.
Pienso luego existo, es el comentario de un intelectual que subestima el dolor de muelas. Siento, luego existo es una verdad que posee validez mucho más general y se refiere a todo lo vivo. Mi yo no se diferencia esencialmente del de ustedes por lo que piensa. Gente hay mucha, ideas pocas, todos pensamos aproximadamente lo mismo y las ideas nos las traspasamos, las pedimos prestadas, las robamos. Pero cuando alguien me pisa un pie, el dolor solo lo siento yo. La base del yo no es el pensamiento, sino el sufrimiento, que es el más básico de todos los sentimientos. En un sufrimiento fuerte, el mundo desaparece y cada uno de nosotros está a solas consigo mismo. El sufrimiento es la universidad del egocentrismo. “ Milan Kundera en La Inmortalidad
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